Por la causa que se plantee, la razón que se esgrima, un aborto siempre tendrá un mismo final, la muerte de un ser humano. ¿Es acaso esta afirmación un sentimentalismo barato?, de ningún modo, es un hecho real, lo que llaman “terapéutico” para la madre, es la muerte para el ser humano en el vientre.
¿Cuánto vale la
vida de ese embrión o de ese feto, es digna la forma de morir que tendrá?
De acuerdo a
nuestro ordenamiento jurídico, La existencia legal de toda persona, comienza
con el nacimiento. Para la ley ningún ser humano que muere in útero, tiene
derecho a ser inscrito en el registro civil con un nombre, su certificado de
defunción dirá NN, no será contado como un
nacional, ni tendrá carnet de identidad. De acuerdo a nuestro
ordenamiento jurídico, nunca existió.
La ley es en
este sentido discriminativa. La muerte de un ser humano puede constituir un
asesinato o un aborta, depende de donde se encuentre. Habitualmente la
categoría de la existencia legal la alcanzan los fetos que alcanzan a completar
un embarazo y pueden vivir fuera del útero. Sin embargo también la pueden
alcanzar aquellos fetos que no se encuentran dentro del periodo de viabilidad
pero que por el desarrollo de la medicina logran una sobrevida, como el caso de
un recién nacido prematuro.
Por otra parte,
vemos que cada día se incentiva a los padres a establecer una relación con el
hijo, no desde el nacimiento sino desde su vida intrauterina, como lo establece
el Sistema Chile Crece Contigo. Hoy, en todos los consultorios de nuestro país
se realizan talleres prenatales para la mujeres que cursan embarazos, en los
que se les enseña por ejemplo de esta manera: “Planifiquen en familia la
asistencia a la ecografía, ya que podrán ver a su hijo o hija por primera vez”.
Esta recomendación se encuentra inserta en la Guía de la Gestación, página 15,
que es entregada a todas las madres en su ingreso a control prenatal. Las
mujeres son llamadas a compartir la experiencia de la gestación con la familia,
a buscar el nombre a su hijo, a conversar con él o ella. Se identifica el parto
como un momento dentro de este proceso continuo.
No podemos
olvidar que el ser humano no sólo es un cuerpo, la existencia de un ser humano
no sólo se restringe la materialidad de
su cuerpo, sabemos que algo más que nuestro cuerpo existe. Si esto no fuera así
entonces, ¿qué sentido hubiese tenido el sacrificio de Cristo? Cristo no vino a
morir para salvar nuestro cuerpo, nuestros riñones o nuestro hígado. El
Sacrificio de Amor que hizo Cristo fue por la salvación de nuestra alma. En un
aborto no sólo estamos terminando con el latido del corazón de un ser humano.
En el debate del
aborto se alega acerca de la disposición de una vida, como si no hubiese que
rendir cuentas a nadie, cómo si realmente fuera verdad la premisa de que la
mujer tiene derecho a disponer absolutamente de su cuerpo, inclusive si en él
está creciendo una nueva vida.
Dios nos entregó
la capacidad de decidir, cada senador y Diputado tiene esa capacidad frente a
esta iniciativa legislativa, apoyarla o rechazarla. La decisión será
determinada en consideración de muchos factores, pero he aquí uno principal, y
en ello cito al sabio Salomón, quién al final de todo su razonamiento respecto
a la vida resume de la siguiente manera:
“El
fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple
sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre. Pues Dios juzgará
toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto”
Eclesiastés
12: 13-14
Pensar que terminar
con la vida de un ser humano es sólo un
asunto técnico, médico, es reducir la reflexión a sólo un aspecto de ella, hay más, más
que una madre en riesgo, un niño enfermo
o una mujer violentada.
No podemos
aislarnos de lo que somos, no podemos apoyar una iniciativa legislativa que
frente a la existencia de enfermedad materna o la “presunción” de la existencia
de un ser humano enfermo, sólo ofrezca como solución la muerte de ese ser
humano, no se puede plantear una abstinencia total de nuestro valores o
formación judeo-cristiana como lo plantea el proyecto Honorables Senadores señores Girardi, Lagos,
Quintana y Tuma al decir “hemos querido plantear una iniciativa
legislativa que enfrente la práctica abortiva en nuestro país, bajo el ánimo de
dar una solución clínica y a la vez jurídica a las diversas situaciones o
hipótesis que a este respecto es posible plantear objetivamente, fuera de todo
sesgo valórico, emocional, político o filosófico”.
Si no decidimos respecto de lo que somos,
entonces estamos renunciando a ello, y en este punto estamos renunciando a
nuestra Fe.
Digo renunciando a nuestra Fe porque, la
concepción de Cristo acerca del ser humano es de acercamiento y protección de
todo aquel que tuviera una necesidad, Él fue y ES un experto en trabajar con
aquellos que estamos lejos de los rangos de perfección y éxito. Si yo creo en
Cristo, entonces no me puedo desprender de sus ejemplos y de imitarlos.
No es sólo de nuestra época el observar a los
niños cómo dotados sólo de la
materialidad del cuerpo. La Biblia relata en los evangelios, una de las
ocasiones en que Cristo se enoja, más
bien se enfurece, como lo especifica el libro de Marcos capítulo 10, versículo
13 al 16. Hay algo muy especial en todo este momento. Los discípulos
reprendían, es decir retaban a los que llevaban a los niños ante Jesús, y les
impedían acercarse a él, probablemente pensando en lo inútil que resultaría un
niño cerca de Jesús, ocupando el lugar de un adulto, cuyas necesidades serían
“más importantes”.
Las necesidades de un niño, calificadas como
menores respecto de las de un adulto, apreciados como incapaces de vivenciar y
valorar el momento con Jesús. Él se indigna, ¿por qué?, sólo son niños.
Su molestia tiene que ver con su conocimiento
del ser humano en esta etapa, Él no sólo vio 50 cm o 1 metro de ser humano.
Para Jesús la altura espiritual de los niños, era la necesaria para entrar en
el Reino de los Cielos, eran un ejemplo a seguir, y ellos también debían
acceder a él, al Redentor.
¿Vamos a obviar todo esto en la decisión de
apoyar o rechazar estos proyectos?,
¿podemos desechar la fe que profesamos y luego legislar?, ¿Realmente es la
única solución que podemos dar a una paciente en riesgo es el aborto, aun
considerando que como país ostentamos una de las tasas de mortalidad materna
más bajas a nivel mundial, inclusive más baja que aquellos países en que se
encuentra despenalizado el Aborto?, ¿Vamos a determinar la muerte de un ser
humano porque es enfermo?, ¿Todo lo que podemos hacer por una mujer tan
fuertemente violentada, en el caso de agresión sexual, es el aborto? ¿Podemos
cómo ciudadanos creyentes en Cristo continuar apoyando a aquellos Senadores y
Diputados que entregan el sostén a estos proyectos?
Todos aquellos que han considerado apoyar este proyecto de ley, ¿se han
preguntado qué métodos se usará para terminar con la vida de los niños?
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, que ha sido uno
de los organismos que apoya la práctica abortiva, recomienda en su manual ABORTO SIN RIESGOS, Guía técnica y de
políticas para Sistemas de Salud, lo siguiente para el caso de diagnóstico de
malformaciones fetales:
Métodos para ser utilizados después de las 12 semanas completas
desde la fecha de última menstruación
Una variedad de situaciones hace surgir la necesidad de servicios de
aborto en etapas más avanzadas del embarazo, y todos los niveles del sistema de
salud deben tener la posibilidad de realizar una derivación a centros que
tengan la capacidad de llevar a cabo abortos en etapas más avanzadas del
embarazo de una manera segura. El diagnóstico de anormalidades fetales por lo general no se realiza hasta después
de la semana 12 de embarazo y, por ejemplo, una enfermedad cardiovascular
severa.
El método médico de aborto de elección después de las 12 semanas
completas desde la fecha de última menstruación es el mifepristone seguido de dosis
repetidas de una prostaglandina, como misoprostol o gemeprost. El método
quirúrgico de elección es la dilatación y evacuación (DyE), usando aspiración y
pinzas.
¿Es una muerte
digna el sufrir, estando vivo la agonía y el traumatismo que genera a nivel
uterino el uso de estos fármacos, que finalmente provocara la salida de un feto
que fallecerá por la asfixia producto
del efecto del mifepristone a nivel endometrial y las largas y repetidas
contracciones, inducidas por el misoprostol en un proceso que no es instantáneo
y que fácilmente puede durar más de 24 horas?
¿Es una muerte
digna estar vivo y sufrir una agresión
física brutal, con una máquina de aspiración e instrumental quirúrgico que
tiene por objeto arrancar cada parte del cuerpo?
¿Se utilizará
algún tipo de anestesia, o sedación?
De esta forma
morirá un feto con malformaciones, eso es todo lo que a este ser humano le
podemos ofrecer, una muerte traumática, indigna. La madre será anestesiada, no
por el dolor emocional, sino por el dolor físico que provocará el acto
quirúrgico.
El procedimiento
realizado en la madre quedará registrada en una ficha clínica, el traumatismo
del feto en ninguna parte, para la ley además nunca existió.
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