El 4 de Julio es el Día , dicen
que impostergablemente se votará y se aprobará la idea de legislar acerca del
aborto Terapéutico. Aún tengo Fe en que Dios proveerá protección para este país
y para sus niños.
Quiero contar tu historia, para
que todo aquel que desee leer esta columna entienda que un niño en crecimiento en el útero, es
una persona, y si la enfermedad lo toca a tan temprana edad como siendo un
feto, necesita el mismo trato digno y las mismas oportunidades de recibir
apoyo, afecto, tratamiento médico que
cualquier otro ser humano.
15 semanas de Vida, eso es casi
como 4 meses. Estábamos felices con tu llegada, a pesar de la presión social,
económica y de Salud que rodeaba nuestro mundo en ese momento. Tus hermanos,
León y Fito ya tenían 4 y 2 años, y estaban felices al igual que nosotros. Fue aquel día nefasto en que tu bolsita se
rompió. Yo tu Madre, Matrona de Profesión, tenía muy claro que sería cosa de
horas para que tus latidos desaparecieran, asumí rápidamente que ya te había perdido. Iván tu Padre, no sé
si realmente dimensionaba lo que había sucedido, pero él siempre supo que no te
marcharías de esta forma.
Pasamos 35 días en el Hospital, y
tu corazón cada vez se hacía más fuerte,
también tu pequeño cuerpo tenía fuerzas parta hacerse sentir en mi
interior, aún recuerdo tus suaves pataditas.
Pasamos desde las 15 semanas a las 20 semanas acostados en el hospital, cuidándote, tú me
necesitabas y yo estaba dispuesta a hacer todo lo necesario para ayudarte.
¿Era difícil?, SI, ¿era
angustiante?; SI, ¿era agotador?; SI, ¿era de un alto costo económico?; SI, ¿era
emocionalmente desgastador?; SI, ¿quería volver a casa para cuidar de tus
hermanos?; SI, pero no podía, tenía que cuidarte a Ti. Si, SI, SI, y mucho más,
pero en verdad no era ningún sacrificio diferente al que había tenido que hacer
para cuidar a tus hermanos en periodos de enfermedad, con la diferencia que me
toco acompañar tu enfermedad desde que estabas en mi vientre.
Seguimos en casa otras casi 4
semanas, acostaditos, rodeados del amor, los cuidados y también los ruidos de
todos aquellos que te amaban además de nosotros, es decir tus abuelas, abuelos,
tíos, tías, primos.
Hay algunas enfermedades que
tienen cura y otras no. Muchas veces
Dios decide hacer un milagro, y sanar, otras veces, decide que lo mejor es
descansar del agobio de este mundo y esa fue su decisión para ti.
Sé que esos escasos días luchando en tu pequeña
incubadora fueron muy difíciles, fueron
días dolorosos, fueron manos y voces
extrañas que hicieron todo por ayudarte. Sé que recuerdas mis caricias como yo
recuerdo tu pequeña mano haciendo presión en uno de mis dedos, tu Padre nunca ha
olvidado tu mirada y tu voz.
Haz marcado mi vida y mi mirada, por
supuesto nunca volveré a ser absolutamente feliz, porque siempre me faltarás tú
y ello he debido aceptarlo, reconocerlo y tomarlo.
Tú eres mi pequeño Benjamín, no
puedo comprarte ropita, no te puedo bañar y no puedo jugar contigo. Solo puedo
hacer, lo que los Padres hacemos con nuestros hijos fallecidos, te recuerdo, te
lloro y voy al sitio en el que descansa tu pequeño cuerpo a dejar flores. Es
parte de nuestra vida, es parte de la vida de tus hermanos que van entendiendo
estos paseos al parque cuando aprenden a leer y leen tu lápida. Esto, también
es parte de la Vida.
En algún momento los seres
humanos, comenzamos a huir de la vida y a construir un concepto ficticio de
felicidad y libertad. Cuando esto ocurre colectivamente en una sociedad, llegamos
a creer que debemos ser librados de todo aquello que nos genere dolor, y abrazamos
por ejemplo la aberrante idea de que si un hijo será causal
de dolor y sacrificio, debe ser arrancado de nuestra historia.
Algunos dicen “Si tú no quieres
Abortar no abortes”, como si cuidar a nuestros
hijos fuera una alternativa. Lo peligroso de esta propuesta es que hace
que cuidar de un hijo dependa de un deseo individual, entregado a la mera
voluntad de querer o no hacer un sacrificio. Es un escenario débil y peligroso
para los pequeños habitantes del vientre femenino.
Pero que más se puede hacer. Un país con los índices de Natalidad,
Mortalidad infantil, Mortalidad Materna
similares a los de un país desarrollado, un país dotado con Unidades de
Neonatologías de alta equipamiento y
personal altamente capacitado, tanto en el manejo de complejas patologías, como
de apoyo al duelo de los Padres de niños fallecidos. Un país que ha enfrentado la
realidad de los niños con capacidades diferentes. Sin embargo estamos ciegos respaldando una
ley de aborto, ciegos los médicos, ciegas las matronas, ciegos los Pastores,
ciegos los diputados, los senadores, ciega la población que cree todas las
mentiras que empujan este proyecto de Ley.
El Amor de Padres no puede ser
voluntario, debe existir un piso legal que proteja a nuestros niños. El
Sacrificio de la propia vida por la de los hijos es parte de lo que siempre
hemos sido, pobres y ricos, entregamos todo por el bienestar de nuestros hijos,
y si la enfermedad les toca, allí estaremos, como aquellos Padres que divise
caminando hacia su casa con su pequeño recién dado de alta de la unidad de neonatología
en la que trabajo. Pobres, al punto de ni
siquiera tener para subir a una micro con su pequeñito, pero plasmada en sus
rostros la felicidad del alta de su niño que marcaría esta caminata como la más
dulce de sus vidas. De esos Chilenos, aún habemos miles en esta pequeña copia
del edén.
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